Espiritualidad Ignaciana en los colegios

Son muchas las cosas que se dicen de los jesuitas, algunas buenas y otras no tan buenas. Hay teorías conspiranoicas y unas cuantas opiniones inspiradas en grandes personajes de la Historia. Sin embargo, ¿cuál es su secreto? ¿Qué les ha llevado a estar en las fronteras de nuestro mundo? ¿Qué les ha permitido innovar en el mundo de la educación? La respuesta es muy sencilla: la espiritualidad ignaciana.

Pero antes de seguir: ¿qué es la espiritualidad? Es el modo en el que nos relacionamos con Dios, y por tanto con el resto de dimensiones de nuestra vida -el mundo, los otros, nosotros mismos o las propias instituciones. En este caso, según lo vivido y plasmado en un curioso método por un caballero vasco hace más de 500 años, un tal Ignacio de Loyola a través de los Ejercicios Espirituales. Los jesuitas fueron desde el principio gente práctica, por eso lo llevaron enseguida al campo educativo y de ahí surgió, gracias a otros ingredientes, la pedagogía ignaciana, una tradición que sigue muy viva y que educa a alrededor de dos millones de jóvenes en todo el mundo a día de hoy.

Gracias a esta curiosa forma de ver el mundo, los colegios jesuitas entienden que cada persona responde a una finalidad determinada, que lleva a cada estudiante a vivir su vida con plenitud y a encontrar de esta forma su lugar en el mundo, a ser mejores personas. Pero no solo acaba aquí, este método está inspirado en la vida de Jesús de Nazaret y en su forma de amar cada uno con misericordia, y que se hace cercana a los pobres, a la familia, a la tierra y hacia todo aquel que sufre en nuestro mundo. Sin olvidar, por supuesto, la intuición de que Dios está en todas las cosas, por eso cualquier lugar del colegio puede ser un buen lugar para encontrarse con Dios y para crecer como persona, ya sea en la clase, en la capilla o hasta en el campo de fútbol. (Álvaro Lobo sj)