Es el camino que nos hace mirar hacia un nuevo horizonte pedagógico y académico. Una nueva realidad y modo de aprender donde el alumno tiene un papel protagonista.

Usando metodologías activas basadas principalmente en el ABP (aprendizaje basado en proyectos), rutinas y destrezas de pensamiento y trabajo cooperativo buscamos mejorar y actualizar nuestro modelo educativo propio. No podemos dar soluciones de ayer para problemas de mañana, por eso no debemos negar el cambio sino sumarnos a él.

Tenemos claro el perfil de los alumnos que queremos que salgan de nuestros centros, hombre y mujeres para los demás que tengan 5 características que marquen su modo de proceder.

Las personas formadas en un colegio de la Compañía deber ser:

Para hacer realidad IMPRONTA nos apoyamos en un cambio organizativo cuyos pilares son el liderazgo pedagógico, la formación del profesorado, la transformación de espacios, priorización de los contenidos y tiempos y horarios adaptados. Todo esto contribuye a hacer realidad una transformación metodológica que orbita en torno al alumno como figura más importante del proceso, protagonista y centro del aprendizaje.

Por supuesto potenciamos con estas metodologías la educación en valores, el compromiso con el desarrollo social, el uso de las nuevas tecnologías, bilingüismo, y la espiritualidad ignaciana. Y no abandonamos el rigor, ni el esfuerzo, optamos de nuevo por la atención individualizada y el aprendizaje personalizado, la implicación del profesorado y el trabajo en equipo del mismo. Queremos llegar a un conseguir una transformación global del colegio de forma que se reúna bajo este proyecto tanto los espacios educativos, como los pastorales y formativos –tutorías–, la interioridad y la disciplina positiva.

• Educar hombres y mujeres para y con los demás, de acuerdo con el perfil de alumno que queremos conseguir (consciente, compasivo, competente, comprometido y creativo).
• Dar respuestas del siglo XXI a alumnos y alumnas del siglo XXI, de acuerdo con el proyecto de la Compañía de Jesús.
• Hacer que el estudiante sea el protagonista de su aprendizaje.
• Favorecer en la atención a la diversidad y el conocimiento mutuo de los alumnos.
• Reforzar el compromiso con la justicia y el mediambiente, el cuidado de la casa común.
• Favorecer el crecimiento en una espiritualidad que abre a la trascendencia, el diálogo entre la fe, la cultura y la vida, ofreciendo el anuncio explícito del Evangelio.